La técnica de germinación de semillas para el consumo humano es muy antigua. Las primeras referencias se encuentran en el “Libro de los Esenios“, una antigua civilización del siglo II a.C., que ya utilizaba semillas germinadas en su dieta. Y es que estos pequeños tesoros son en realidad un concentrado de sustancias generadoras de salud, por lo que se denominan alimentos vivos.
Cuando una semilla brota, se producen una serie de cambios químicos que aumentan la producción de enzimas y vitaminas a niveles exponenciales, convirtiéndose en un superalimento.
Brotes de linaza molidos: un extraordinario superalimento
Los brotes de lino molidos son un superalimento vegano crudo, que además de tener un alto contenido en vitaminas B y E, calcio, potasio, magnesio y fósforo, tiene extraordinarias propiedades nutricionales:
Es rico en Omega 3 y Omega 6, son ácidos grasos esenciales que nuestro cuerpo no puede generar por sí mismo, y que favorecen el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, ayudando también a reducir el colesterol.

Es rico en fibra, especialmente en fibra soluble (mucílago), que ayuda a nuestro sistema digestivo a eliminar toxinas y a reducir el colesterol.
Es una excelente fuente de lignanos, un fitoquímico con múltiples propiedades: son potentes antioxidantes, ayudan a regular las hormonas y favorecen la remineralización de los huesos, previniendo así la osteoporosis.
¡Mejor germinado y molido!
Más nutritivo, cuando las semillas de lino son germinadas, el contenido de vitaminas, lignanos y Omega 3 aumenta considerablemente. Además, para que nuestro cuerpo asimile todos los nutrientes del lino, es necesario que las semillas estén molidas.
Más digestivo, la germinación aumenta la formación de enzimas que ayudan a la digestión, por lo que los ácidos grasos y las proteínas se asimilan mejor. Además, al moler las semillas se eliminan los inhibidores de la digestión presentes en la cubierta de la semilla, lo que las hace aún más fáciles de digerir.